CAMPANAS


Historia:

El uso de las campanas, más bien campanillas, como instrumentos sonoros, se demuestra desde el tercer milenio a. C. entre los chinos y desde el segundo milenio a. C. entre los egipcios.

El Éxodo nos dice que el Sumo Sacerdote debía llevar en la túnica una campanilla. (Ex. 28, 33 - 24).

Entre los romanos la campana o tintinabula (de pequeño tamaño) se utilizaba para convocar al pueblo a actividades públicas (los baños, apertura del comercio, etc.)

Pero donde la campana adquiere verdadera importancia es entre los cristianos como instrumento sonoro utilizado en las iglesias y monasterios para llamar al pueblo a la oración. Por ello comenzó a equipararse su sonido con la voz de Dios.

La palabra que al principio designaba este instrumento era la genérica de “signum”. El término “campana” se introduce posteriormente y toma su nombre de la Campania, región italiana famosa por sus bronces.

Las campanas más antiguas de España son: la de Córdoba (año 925) y la de San Isidoro de León, de un tamaño superior (año 1086).


Morfología:

Los tipos principales son dos: esquilón y romano.

El esquilón es esbelto y de hombro estrecho, por ello suele ser de tamaño más pequeño y su sonido más afinado que el romano, de hombro más ancho y plano.

Atendiendo al peso o tamaño, se distinguen de mayor a menor: las campanas, los esquilines, y las pascualejas.


Nombres

Unas veces llevan el nombre del santo a quién están dedicadas, otras aluden a las cualidades de que son portadoras: 

“Bárbara”: sonaba para alejar las tormentas.

“María”: campana mayor. Estaba dedicada a la Santísima Virgen.

“Sardinera”: su sonido anunciaba los días de virgilia en los que no se podía comer carne.

“Cimbalillo” o “címbalo”: esquilón pequeño que anunciaba actos muy frecuentes.

“Aguijón”: pequeña campana que suele haber en las catedrales; llamaba a los canónigos al coro por la mañana y a la hora de la siesta.


Toques:

La campana ha sido tradicionalmente el instrumento usado para medir el tiempo del hombre del campo. Sin ella no se hubiese podido desarrollar la vida en  común de nuestros pueblos, ni la relación de los pueblos y parroquias entre sí.

Hay todo un lenguaje riquísimo, que nos indica la importancia que tenía para la vida del campesino.

La campana se hace:

  • Sonar: el badajo golpea en la copa.
  • Voltear: se la hace girar sobre su propio eje. 
  • Doblar: cuando toca a difunto.
  • Tañir: golpe repetido del badajo sobre la copa.
  • Repicar: cuando suenan las dos campanas, impulsadas con las dos cuerdas en ciertos ritmos alegres.

Con las campanas se dividía la jornada, pero también la vida del hombre, así se podrían escuchar los toques del alba, de mediodía, de oración, toques para soltar el ganado al pasto, para buscar reses perdidas, etc. Toques que anunciaban los actos litúrgicos: misa, rosario, catequesis, toques de vísperas, al levantar la hostia, etc. Como reguladores de la vida comunal: toques de concejo, para arreglar los caminos, a fuego, a rebato, etc.

El sonido de las campanas solía ir acompañado de cancioncillas que la gente  repetía al ritmo de los bronces, como el toque de la nube: “Ten -
te NU - BE ten -te TÚ. Que Dios PUE- DE más - que TÚ”.

El toque por la muerte de un niño, conocido como el “bien vas” sonaba así: “Bien-VAS VAS-bien pa - la GLO - RIA vas".


En algunos ejemplares de campana aparecen impresos los siguientes versos:

 “Yo alabo a Dios Verdadero, llamo al pueblo, reúno al clero, lloro a los difuntos, ahuyento las nubes tempestuosas, doy lustre a las fiestas”. Otras veces aparecen estrofas que tienen ritmo de repique y que dicen: “Plaño en las exequias, quebranto los rayos, celebro con cantos los sábados, excito a los perezosos, disipo las tempestades, apaciguo las disputas cruentas”.


Bibliografía

 "La Campana. Patrimonio Sonoro y Lenguaje Tradicional”. ; Autores: José Luis Alonso Ponga y Antonio Sánchez del Barrio.




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